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LUIS ANTONIO LICEA

 

"LOS INVITADOS"
 
Adelante, pasen, pasen - dijo X-2 cedièndole el paso a los invitados, quienes sonrientes, pero silenciosos, fueron acomodàndose en los sillones.
X-2, frotàndose las manos, los miraba y remiraba, caminando en cìrculos a su alrededor, se ajustaba una y otra vez el monòculo, y de cuando en cuando, tiraba del cabello o de la narìz de un invitado, que permanecìa sonriente, pero silencioso.
De pronto X-2, dàndose una palmada en la frente, recordò sus deberes de anfitriòn:
- ¿No hay nada para brindarle a mis invitados? - preguntò a gritos, y una hermosa mujer apareciò, trayendo en sus manos una bandeja repleta de tornillos, tuercas y todo tipo de metales viejos y oxidados, que ofreciò a los sonrientes, pero silenciosos comensales, quienes se arrojaron sobre la oferta, haciendo crujir entre sus mandìbulas el hierro y el acero.
Bueno, bueno - repetìa una y otra vez X-2, quien ni reparò en los estropicios sufridos por las vestiduras de la hermosa, que casi perece ahogada con el desordenado apetito de los invitados.
Tràeles de beber - ordenò X-2, y el regreso de la hermosa, con un cubo repleto de grasa, promoviò otro tumulto entre los invitados, del que la joven,saliò ilesa por pura casualidad. Agotado el contenido del recipiente, los invitados regresaron a sus asientos, sonrientes pero silenciosos.
Excelente... Excelente - alababa X-2 sin hacer caso del disgusto de la mujer, y acercàndose a los invitados, les pidiò:
Digan algo señores, digan algo.
- ¿Què van a decir? ¿Què van a decir? - se entrometiò la mujer - si ustedes no le fabrican lenguas a estos humanoides de rango inferios.
Càllate - gritò X-2 enfurecido - Càllate, o me olvido de que eres mi esposa y te mando junto con los demàs humanos a trabajar en mis minas. Que aquì mandamos nosotros: !Los robòcratas!
 
"LOS MACHUELOS"
 
Granete - bramò el viejo Lorenzo - si me sirven machuelo otra vez ... no sè lo que va a pasar aquì.
Pero Papà - Granete se detuvo apretando la cazuela con los machuelos comprados por una ganga: a diez por un peso.
Granete comenzò a preparar los machuelos y las làgrimas le corrìan por el rostro amenazando con desbordar la cazuela. Estaban a mediados de mes y durante 15 dìas, los machuelos presidirìan la mesa como plato principal. El viejo Lorenzo continuaba con sus maldiciones, entre las que se destacaba la palabra "ahorcarse" y Granete,llorosa,no daba con la fòrmula, salvadora del almuerzo.
Las làgrimas llovìan sobre la cazuela, cuando llegò el hermano de Granete, quien con un gesto de repugnancia apartò la cazuela, pero ante el llanto de la muchacha se abstuvo de hacer comentarios.
Papà no quiere saber de los machuelos - le comunicò ella.
Pela esos boniatos y ponlos a cocer - dijo el hermano - que se me està ocurriendo una idea.
Mientras Granete se ocupaba de los boniatos, el hermano colocò un caldero de agua sobre el improvisado fogòn y comenzò a afilar el cuchillo.
- ¿Què piensas hacer? - le pregunto la muchacha.
Matar al puerco.
Al escuchar los desesperados gritos del porcino, el viejo cargò con la mesa para el patio. Haciendo un uso discreto del agua caliente y el cuchillo, despojaron de pelo al animal, lo afeitaron y le pulieron la piel como un ladrillo, lavàndola con agua del tiempo. El viejo beneficiò al cerdo y en el mismo caldero, comenzaron a freir los chicharrones. Granete, atenta, les sirviò una abundante gandinga con boniatos hervidos, y el semblante de todos cambiò visiblemente.
Entre risas y bromas, terminaron de destazar al cerdo, Granete cantaba lavando las botellas para almacenar la grasa, y en la cazuela con làgrimas, los machuelos aguardaban.